Tras todas estas sesiones en las que hemos podido: descubrir qué tipos de métodos existen para resolver conflictos en las aulas y debatirlos con nuestras compañeras donde salió a la luz como no todo el mundo ha tenido la suerte haber podido contar con la mediación en algún momento de su etapa escolar; ver teatralizaciones y vídeos; comprobar cómo se puede mezclar el aspecto inclusivo con un aprendizaje cooperativo para fomentar el buen clima en el aula y conocer la legislación vigente que contempla dos de los principales métodos de las dos comunidades que por cercanía, tenemos más cerca… Me quedo con un sentimiento positivo.
Desconocía absolutamente que a día de hoy se diera, a parte del modelo punitivo en la Comunidad de Madrid, otros medios donde se pudiera solucionar el conflicto de manera verdadera, donde todas las partes cuentan y tienen una responsabilidad y un compromiso, donde existe voluntad y ganas de mejorar, de empezar si fuera necesario, la solución desde cero. Ya no solo existe aquello de ocultar los problemas o dejarlos pasar con la esperanza de que se solucionen solos.
La mediación existe, está amparada legislativamente y funciona a corto, medio y largo plazo. Ahora se que será mi responsabilidad y formaré parte, como futura maestra, de la solución de los conflictos de los alumnos en el aula. Que mi deber será conciliar y mantener un clima agradable y además sabré cómo poder mediar sin juzgar, sin opinar y dejando que ambas partes sean los propios protagonistas de sus propuestas de mejora y solución de problemas. Comprobé que lo más importante es la prevención de los conflictos y que para ello la inclusión y la atención a la diversidad del alumnado será vital: el trabajo cooperativo entre ellos, las interacciones, conocerse y trabajar juntos, aprender juntos, sentirse compañeros y verse de igual a igual propiciará el ambiente de desarrollo adecuado.
Si se deja la responsabilidad a un lado cuando los conflictos en las aulas empiezan, se van convirtiendo cada vez más dañinos con el paso de los años. En nuestras manos tenemos el deber de hacer que, desde pequeños, entiendan que deben cooperar y tener voluntad de querer solucionar los conflictos para que en un futuro sean ellos mismos los que crean plenamente en el proceso de mediación.
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